martes, 28 de noviembre de 2017

La rebelión de Nuevo Callao y el poblado posible (II)


La rebelión de 1995
En este claro en medio de la selva, en Nuevo Callao, la transnacional Greenwich Resources tenía una cerca electrificada donde encerraba a los mineros que entraban para llevarse unos gramos de "su" oro. Oro de la tierra venezolana saqueado por ingleses. Hasta que los mineros se sublevaron

José Roberto Duque

A finales de mayo de 1995, días después de la toma-rebelión de Nuevo Callao, un vehículo avanza por la Troncal 10, la carretera que conduce a Upata con el eje Guasipati-El Callao-Tumeremo-Gran Sabana, ese territorio lleno de oro y de gente luchadora. En las alcabalas se ha redoblado la vigilancia y el celo con todo lo que se desplace por allí, debido al tremendo impacto que ha causado la expulsión de una corporación inglesa por parte de un grupo de mineros y revoltosos. En una de las alcabalas, uno de los guardias se detuvo durante más tiempo de lo normal a observar dentro del carro, a cada uno de los cuatro viajeros. Momento de tensión; en el auto viajaba un personaje en modo clandestino, pues andaba buscado o seguido muy de cerca por los cuerpos de seguridad del Estado. Esta historia continuará al final de esta otra historia, la que sigue.

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En los parajes selváticos de la mina conocida como Nuevo Callao, al sureste de Tumeremo y en dirección hacia el territorio Esequibo, los administradores, capataces y propietarios de ese yacimiento de oro se comportaban como uno espera que se comporte todo ente tiránico, en este caso un consorcio transnacional. Nadie se movía a o largo de las 17 mil hectáreas que “alguien” le entregó en concesión a la Greenwich Resources, empresa inglesa dedicada a la explotación de oro en varias partes del mundo, sin arriesgar la vida.

Muchos fueron los mineros que fueron secuestrados, torturados y vejados entre las décadas de los 70 y los 90 por un pequeño ejército privado de criminales apoyados por la Guardia Nacional, por el solo acto de meterse a ese territorio, que queda en Venezuela pero que era propiedad de una empresa transnacional, y buscar unos gramos de oro para medio ensayar la sobrevivencia de una familia. En la década de los 80 un gramo de oro valía apenas real y medio (0,75 bolívares), y esto no alcanzaba sino para resolver el desayuno muy modesto de una persona. En otra entrega se analizará la evolución y algunos datos comparativos del precio del oro; de momento, limitémonos a retener el detalle, muy revelador, de que para obtener un gramo de oro de una veta a veces es preciso remover cientos de kilos de material (mayoritariamente cuarzo). Transportar esa enorme cantidad fuera de los inmensos territorios de “los gringos”, que así llamaban en Tumeremo y sus alrededores a los odiosos invasores que se comportaban en nuestra tierra como si fuera su finca particular, era una verdadera hazaña. Quienes no lograban esa hazaña eran capturados y tratados como delincuentes. Los mineros venezolanos no podían sacar oro del pedazo de suelo (venezolano) asignado a los ingleses.

"El Tío" Luis Gerónimo Marcano
Una de las mayores vejaciones que sufrían los mineros furtivos capturados era el ser retenidos en una especie de celda improvisada con varios rollos de alambre de púas, a la que se aplicaba electricidad. Los mineros capturados eran encerrados allí hasta que llegaban las “autoridades” y los sacaban a palos para llevarlos a otra prisión, formal pero igualmente vejatoria. Entrada la década de los 90, con un país en dramático proceso de transformación debido a dos cataclismos político-sociales ocurridos en tres años (el sacudón de 1989 y la rebelión cívico-militar de 1992), y un pueblo en pleno despertar de su conciencia, comenzó a gestarse lo que después se conoció como “La Toma de Nuevo Callao” y, en otro registro un poco más épico, “La rebelión de 1995”.

Luis Gerónimo Marcano, un trabajador venido a Tumeremo desde Cocollar, en el estado Sucre, para ese entonces tenía poco más de 30 años; hoy tiene 55 años y se ha convertido en una especie de cronista no oficial del poblado. Lo llaman “El Tío” y es uno de los pocos fundadores del caserío que aún se mantienen en el lugar. Recuerda que “los gringos” les pagaban a varios mineros un sueldo mensual de 75 mil bolívares; se trabajaba 21 días al mes por 8 días libres. “Había una alcabala como una hora antes de llegar al río Botanamo, y hasta ahí podía llegar la gente que no trabajaba en la mina. Tenían unos vigilantes armados y apoyo de la Guardia Nacional”.

El sentimiento de rencor ante los abusos de “los gringos” y capataces de estos propietarios era creciente; Tumeremo estaba lleno de gente que vivía de la minería o que quería probar suerte buscando oro, y la actitud señorial de aquellos patrones protegidos “desde arriba”, sumada a su forma abusiva de ejercer el poder y el control de la zona, comenzaron a convertir la situación en Nuevo Callao en una olla de presión. Todos los días llegaban reportes de una nueva arbitrariedad; todos los días se iban sumando personas dispuestas a sacar de allí por las malas a los intrusos, desde preadolescentes hasta hombres con toda una vida de trabajo minero.

Todavía se encuentran a orilla del camino viejos barrancos o verticales en desuso. De allí se extrajo oro en cantidad rumbo a Europa
José Lacourtt, proveniente de Güiria, cuenta que durante los días decisivos, cuando ya había suficientes hombres del pueblo dispuestos a ingresar a las instalaciones y enfrentar a los dueños, se regó como pólvora otro crimen en desarrollo: los ingleses tenían prisioneras a unas mujeres y todo indicaba que las estaban abusando sexualmente o preparándose para la violación. Hasta que llegó el día 5 de mayo de 1995 y cayó la gota que derramó el vaso.

Héctor Franco, quien hoy es dirigente político, activista y trabajador de Minervén, en ese momento era un joven de 22 años pero ya tenía suficiente bagaje político, sabía cómo agitar y enardecer multitudes con el verbo, y había estado en contacto con factores para ese momento catalogados como “extremistas”: era uno de los hombres con que contaba en Bolívar el movimiento emergente alrededor de Hugo Chávez Frías. “Éramos clandestinos todavía, el comandante acababa de salir de la cárcel y la gente nos recomendaba que nos presentáramos como militantes de La Causa R, que para ese momento era afín a los movimientos revolucionarios y tenía la ventaja de que era un partido legal”. Franco, nacido y criado en Guasdualito, estado Apure, estaba metido de lleno en la efervescencia del movimiento que cobraba forma en Tumeremo, cuando el día 5 llegó la noticia decisiva: un trabajador que había sido capturado por “los gringos” enfermó de paludismo en la prisión que estaba dentro de la empresa, y luego obligado a salir de allí sin un bolívar, para que se largara a pie hasta Tumeremo (a 60 kilómetros por una región selvática), y había muerto antes de poder recibir atención médica. Su nombre era Alfredo Nieves, natural de Achaguas, en Apure. Esta muerte desató las fuerias del pueblo, y se ha registrad esa fecha (5 de mayo) como el inicio de la toma o rebelión.

Héctor Franco: en su juventud le tocó ser testigo y protagonista de la rebelión de mineros
Docenas de carros y motos atravesaron la precaria carretera llenas de dirigentes y mineros, arribaron a la primera alcabala, donde desarmaron y maniataron a los vigilantes y siguieron camino hasta el río Botanamo. Cuenta Héctor Franco que cuando él llegó vio a un vigilante atado y con fractura de una de sus clavículas. Los mineros que se habían adelantado lo habían desarmado por la fuerza pero lo habían dejado vivir. Fue ese el momento, cuenta Franco, en que comenzó a sentirse súbitamente mal, a sentir un escalofrío. “Me preguntaba a mí mismo, cuando empecé a sentir esos temblores y ese frío: ¿pero qué me está pasando, si yo no tengo miedo sino más bien ganas de llegar? No ardé mucho en entender lo que me estaba pasando: eran los primeros síntomas del paludismo”. Héctor debió guardar reposo y reincorporarse días después a la fundación de Nuevo Callao.

Cruzaron el río, recorrieron el trayecto que los separaba de “Rancho de Zinc”, el campamento residencial de los ingleses, y allí fueron recibidos a plomo. A plomo respondieron los trabajadores en una corta batalla, que terminó al percatarse los gringos de la enorme cantidad de gente que venía contra ellos. Los ingleses fueron sometidos y desarmados. Comenzó entonces a concretarse la entrega de territorios al pueblo organizado, por parte de la transnacional. Esto, en un tiempo en que las transnacionales y el Estado venezolano formaban una sólida alianza contra toda iniciativa levantisca. Llegaron los Guardias Nacionales dizque “a poner orden”, pero fueron los trabajadores los que decidieron qué cosa significaba eso de “orden” de entonces en adelante.

Al frente de este movimiento se encontraba, entre otros dirigentes, el minero William Padilla. A este caballero, que vive en Tumeremo, se le atribuye el haber negociado la entrega de los pocos ingleses que fueron capturados y retenidos a la Guardia Nacional. Las condiciones y puntos negociables fueron sencillos: a los ingleses se les respetará el derecho a la vida pero se largan y se llevan la maquinaria pesada, y las minas activas y por activar quedan en manos de los mineros organizados. Estos acuerdos fueron pactados en corta discusión en presencia del mayor Panfill, de la Guardia Nacional.

Abandonado en el monte, un artefacto a vapor que perteneció a la Greenwich Resources
Se dice que William Padilla conserva el “documento” en que se firmó el compromiso pactado: una caja de pilas abierta por la mitad y usada como papel para darle aspecto legal al acto. José Lacourtt dice que ese documento en realidad no existe o no tiene valor: “El mayor Panfill dijo, cuando las dos partes estuvieron de acuerdo en la entrega: 'Para mí, lo que se acuerde aquí es válido'; es decir, que le estaba dando valor a la palabra empeñada”.

"De bolas que no tenía validez de documento legal, ¿qué pretendían? ¿Que el cartón estuviera en una notaría de Caracas, en medio de una rebelión de gente en la selva?", replica Néstor Perlaza, militante de movimientos sociales de Caracas que por esos días se instalaba en Tumeremo para hacer un registro de las luchas mineras. "Había que dejar constancia ante la Guardia Nacional de la devolución de las armas decomisadas a los gringos. Willian hizo eso para evitar una culebra mayor, ya que además de la toma, le iban a poner los cargos a los mineros de robo y posesión ilícita de Armas".

La gente de Nuevo Callao ha querido agregarle un cierre de leyenda al episodio: dicen que cuando uno de los “gringos” más despreciados era sacado del lugar custodiado por la Guardia, William Padilla cogió impulso y le metió un patadón tan fuerte en el trasero que después hubo que sacarle con esfuerzo la bota de obrero, atascada entre los glúteos.

Que se sepa, es la primera y única vez que un movimiento popular venezolano expulsa a una transnacional y dispone de sus instalaciones, sin más trámite que el enérgico acto fundacional de una toma.

En los meses siguientes hubo intentos de desalojo por parte de a GN y más de un líder fue a prisión acusado de invasor. Cuando le llegó el turno del carcelazo a William Padilla el pueblo de Tumeremo se alzó, se paralizó el comercio y por la emisora Radio Rumbos se hicieron llamados a los organismos internacionales de derechos humanos; desde aquella remota región, a la que el centro político y administrativo del país siempre le dio la espalda, llegaban noticias de una masacre, de brutalidad de los cuerpos represivos. Esa batalla también la ganó el pueblo organizado de Tumeremo ya que los líderes fueron liberados y el desalojo no procedió.

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A finales de mayo de 1995, días después de la toma-rebelión de Nuevo Callao, un vehículo avanza por la Troncal 10, la carretera que conduce a Upata con el eje Guasipati-El Callao-Tumeremo-Gran Sabana, ese territorio lleno de oro y de gente luchadora. En las alcabalas se ha redoblado la vigilancia y el celo con todo lo que se desplace por allí, debido al tremendo impacto que ha causado la expulsión de una corporación inglesa por parte de un grupo de mineros y revoltosos. En una de las alcabalas, uno de los guardias se detuvo durante más tiempo de lo normal a observar dentro del carro, a cada uno de los cuatro viajeros. Hasta que uno de los ocupantes dijo: “Este caballero que está aquí es el nuevo párroco de San Miguel, lo llevamos para que se encargue de la parroquia”. El efectivo le pidió la bendición al cura y éste lo bendijo con la señal de la cruz. Cuando el carro avanzó unos metros estallaron las carcajadas: el falso cura era un Hugo Chávez Frías que había ido hasta allá, camuflajeado y clandestino, para recibir directamente de sus muchachos el reporte de los acontecimientos. Era el hombre de la gran rebelión continental aprendiendo primero del pueblo cómo es que se hace una rebelión de verdad, y no cuentos o teorías acerca de rebeliones improbables.

Chávez no estuvo en Nuevo Callao pero se reunió con varios de los tomistas entre El Callao y Guasipati, relata Héctor Franco, uno de esos tomistas y fundadores.

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Próxima entrega: La fundación

lunes, 27 de noviembre de 2017

Las entrañas del coltán (II)

Artículos relacionados: Las entrañas del coltán (I) - Viaje hacia la piedra negra
  • Algunos analistas o cazadores de desastres aseguran que hemos entrado en la fase de “africanización de la sociedad venezolana” para referirse a la guerra del coltán, pudiendo ser el caso venezolano, por el contrario, una referencia mundial de cómo es posible desarrollar la minería y resarcir el impacto ambiental que ella produce
A la entrada de Parguaza


He leído su expediente, Cabo. Venezuela, ¡eso era un bosquecito! Nada que ver con esto, tienes valor para andar en este vecindario.
Coronel Miles Quaritch. Avatar.


César Vázquez

El 15 de enero de 2010, el presidente Hugo Chávez anunciaba al país:
“Hemos descubierto, en 2009, los primeros vestigios de lo que pudiera ser una gigantesca reserva de un mineral estratégico, y es bueno que el país comience a saberlo… Todavía no sabemos la cantidad que tenemos, pero por las informaciones que llegan es una reserva grande y pudieran aproximarse a 100 mil millones de dólares”.
El Estado venezolano oficializaba así la noticia: Venezuela posee uno de los yacimientos más grandes de coltán sobre el planeta. Antes, las mafias de saqueadores habían descubierto y tenían un tiempo extrayendo ilegalmente este mineral compuesto por tantalita y columbita, esencial para el desarrollo de las industrias de telecomunicaciones y aeropespacial. El decreto del Arco Minero del Orinoco y las primeras acciones sobre el terreno pretenden detener el saqueo y aprovechar esos recursos para las arcas de la nación.
Casi simultáneamente a ese anuncio se estrenaba la película Avatar, de James Cameron, una de las más taquilleras de la historia del cine. Este film no solo contenía las imágenes más brutales de terrofagia (destrucción ambiental por causa de la exploración y extracción de minerales) que se habían visto en ningún otro film, sino que además dejaba claro en su guión el interés (o la obsesión) que mantiene el Gobierno de los Estados Unidos sobre nuestras reservas naturales.
Seis años después de este anuncio y de este affaire de la guerra sucia que se mantiene sobre nuestra percepción como país, como venezolanos, el presidente Nicolás Maduro firmaba el decreto que reserva al Estado venezolano el derecho y la potestad de explotar este superconductor mineral. Y en 2017 entra en operaciones la primera empresa dedicada a la exploración y explotación de este superconductor mineral, la Empresa Mixta Minera Ecosocialista Parguaza, ubicada en el estado Bolívar. El socio del Estado en esta empresa es la Corporación Faoz.
La empresa mixta produjo su primera tonelada de coltán en septiembre de este año. En ese entonces, César Sanguinetti, presidente de la empresa, afirmó que mientras se calibraba y adaptaba la maquinaria a las condiciones del terreno podrían producirse 20 toneladas mensuales de coltán.
César Sanguinetti fue diputado de la Asamblea Nacional por el estado Amazonas y magistrado de la Corte Suprema de Justicia. De entrada comenta que por encima de cualquiera de sus títulos es indígena, y que por lo tanto cree en la cosmogonía de sus pueblos: “Si no creyera, no estaría en este proyecto”. Luisa Alcalá es su Gerente General, representante de la corporación Faoz, profesora universitaria, experta en petróleo y minería.

Luisa Alcalá y César Sanguinetti
Ambos son los responsables, junto a un equipo transdisciplinario de profesionales en diferentes áreas, de esta iniciativa empresarial ecosocialista, en la que el Estado tiene 55% de las acciones y la empresa privada con capital nacional el 45% restante. En la sede de la empresa aceptaron dar estas declaraciones.

--Uno de los ataques al Arco Minero del Orinoco en medios nacionales e internacionales ha sido desde la semántica: ¿cómo es eso de una minería ecológica? Todo daño ecológico puede ser ambiental, comunitario y humano.
C.S.
Lo que se viene haciendo y queremos hacer, se trata de un gran reto que podría servir de ejemplo para el mundo. Tenemos la responsabilidad de generar este nuevo enfoque, esta nueva visión en el enfoque del desarrollo minero ecológico, a través de una interacción con las comunidades indígenas, cuidando lo espiritual y el patrimonio natural, justamente. Estas tierras donde se dio esta concesión para la explotación del coltán son de los piaroa, de hecho los piaroa se han venido integrando como trabajadores de la empresa y en el desarrollo permanente de las acciones de la empresa, que respeta su cosmogonía.

--¿Cómo se da el proceso de la concesión?
L.A. Inicialmente la otorga el Presidente de La República, Nicolás Maduro, y el hecho de estar plegados a la Constitución. Somos parte de la decisión luego de una consulta que se hizo durante tres meses, y que se da en el seno de comunidades indígenas. Tenemos esa concesión autorizada por ellos, para explotar diversos minerales, pero por ahora lo que hemos encontrado es coltán. Queremos sumarle a la nación beneficios directos de esta explotación, que no exista fugas de capitales.

--¿Como se piensa resarcir los daños, que sabemos son inevitables?
L.A. Tenemos dos zonas por resarcir, por reforestar, con profesionales indígenas dentro del área ambiental, como es política de la empresa. Una es las zonas afectadas por la minería ilegal, y una segunda, la que la empresa vaya a explorar.
C.S. Ya estamos reforestando la que por 15 años o más ha sido afectada por efectos de la minería ilegal, y la venimos reforestando con las mismas especies de estos ambientes.

--¿La empresa es autosuficiente con la producción a través de sus propios insumos, o necesita comprarle al minero artesanal para alcanzar las metas?
L.A.
Podemos ser autosuficientes, pero debemos comprarle a los mineros artesanales, siempre que se organicen y estén registrados como Brigadas Mineras por la Misión Piar, de lo contrario no se puede.

--¿Ya se les está vendiendo coltán a los principales compradores del mundo, a pesar del bloqueo financiero que se mantiene por parte de Estados Unidos sobre nuestro país?
C.S. Hasta ahora no, esto obedece hasta ahora a un trámite administrativo, se trata de una licencia de exportación. En este momento estamos en trámites, ya que esa licencia la da el Banco Central de Venezuela. Podríamos producir más de 20 toneladas mensuales, pero en esta primera proyección estamos siendo prudentes, previendo resultados conservadores.

El kilo de coltán en el mercado internacional fluctúa entre los 40 y los 120 dólares, dependiendo de la calidad y cantidad de sus componentes, de modo que una explotación sostenida pudiera significar un paso importante en la misión de generar divisas no petroleras.
Discernidora de coltán en Parguaza

martes, 21 de noviembre de 2017

Las entrañas del coltán (I)

Viaje hacia la piedra negra

Llegando al cerro El Gallito
 
En este territorio se desparrama uno de los mayores yacimientos de coltán del planeta. Esta es la primera entrega de una serie de crónicas y reportajes realizados en los espacios y linderos de la empresa Parguaza, territorio de los pueblos piaroa, jibi y curripaco, en el extremo oeste del Arco Minero del Orinoco


Texto y foto: César Vázquez

Hay cierto hermetismo en cada inmersión; que nadie quiere exponerse, eso se sabe. Con un cambio de tono, como si me hubiera visto dudar, me recuerda que su nombre no debe aparecer en esta crónica ni en nada de lo que vaya a escribir, entonces le ofrecí llamarlo “Enrique” como seudónimo. Cuando se lo dije pensó que no era con él, esa fue la mejor respuesta. Faltaba todavía medio camino.

Cuando me preguntaron que si mi teléfono estaba apagado supuse que me harían esa advertencia, pero me equivoqué: se trataba del campo magnético al que estábamos expuestos, que descontrola y daña algunos aparatos electrónicos, como los teléfonos por ejemplo. Un test de calidad bajo estas condiciones no lo hace cualquier fabricante, a menos que se llegue por estos lados o se lo pregunte a alguno de estos mineros.

Ahora, si uno está parado sobre una de las reservas más grandes de coltán del planeta, por supuesto. Lo que allí puede suceder es que te llegue una llamada que no debas atender porque el procesador de tu teléfono va a estar en línea primero con su propio elemento, el coltán, y si eso sucede, ¡cortocircuito! Aún no hay máquinas que hagan la revolución de las máquinas, y muy probablemente deba parir buscando otro teléfono.

“Él fue minero antes que geólogo” me dice el pariente (indígena nativo de la zona) que lo acompaña y remata diciendo: “este no es cualquier minero”; los títulos quedan al aire mientras uno va en la tolva de un camión arriesgando la vida haciendo lo que a uno le gusta. “Estoy aquí porque conozco a la gente indicada” le respondí.

Así fue como Enrique empezó a hablar de un tal Camilo, una leyenda viva:

--Al primero que agarraron por estos lados fue a Camilo, con una piedra de 12 kilos (pudo decir que era una más grande, estaba seguro). Yo solo llevaba una de 2 kilos, así que cuando uno se cae con la Guardia automáticamente a uno se le sale: “mira, pero vamos a hablar”.

Por esa razón se había ganado el respeto entre los mineros de la piedra negra (el coltán), lo había visto en una feria patronal en el puerto hacía más de 6 años.

Nunca le pregunté si Camilo estaba en libertad, pero si fue por extracción Ilegal de material estratégico para la nación, hasta 12 años por el pecho posiblemente podía estar pagando.

En cualquier caso, apagar el teléfono era lo mínimo que podía hacer, y lo más conveniente cuando también debía pasar por evangélico si era necesario, en las alcabalas. Si estoy frente a un guardia que me pregunta qué hago y para dónde voy, en primer lugar debo demostrarme arrepentido y agradecerle a Cristo que ya estaba encaminado; lo más importante era tratar de llegar lo más cerca posible al caño de Orera, donde comienza la trocha.

Del otro lado del río está Colombia con los más buscados compradores de coltán y sus bases militares gringas.

Mientras más lejos de Puerto Ayacucho estábamos, más hostil se ponía el ambiente. La excusa de Enrique siempre fue sincera: íbamos a buscar sus herramientas. La manera de decirlo dejaba claro que todos éramos mineros y contrabandistas, incluyendo al guardia, pero nadie debía saberlo.

Si lleváramos una suruca o una batea nos llevan presos, por eso le digo al guardia que vamos a buscarla, no hay problema.

Todo se lo dejé a su cosmogonía piaroa, aunque me parecía innecesaria tanta honestidad. Igual nos dejaron pasar; haber dejado abierta la posibilidad que de regreso nos podían matraquear parecía ser la formula.

Cerca del cerro El Gallito (el lugar a donde vamos) tres pueblos indígenas se disputan la demarcación y es allí donde el Estado dio la primera concesión para la explotación, producción y distribución de coltán a una empresa mixta

--El camino puede ser de tres horas o más dependiendo de adónde vamos a llegar. Ese es el cerro donde estamos sacando la piedra negra, siempre buscamos la parte alta para hacer el campamento, primero por la visual que se tiene, y segundo porque si llueve no nos vemos afectados por lo que arrastra el agua.

Los mineros de coltán como Enrique y su compañero pueden permanecer una semana o un mes dependiendo de cuántos son en el equipo y de cómo esté la suerte. La cantidad de material que se puede sacar puede oscilar entre 8 y 20 kilos en una semana, y si son más de 6 personas podrían sacar 120 kilos en una semana. Una suerte instintiva aunque parezca contradictoria, en este caso debíamos seguir apostando a que nada nos desviará de nuestro camino.

De incógnito
Al pasar Pavoni, uno de los últimos caseríos, nos quedaban dos alcabalas más. El pariente insiste con lo del campo magnético y asegura que cualquier drone no puede sobrevolar por allí por las mismas causas que dañan los teléfonos.

--Los que pasan por aquí son tan grandes como esta camioneta, se oyen como libélulas mecánicas y como los pintan de blanco para camuflajearlas entre las nubes ni lo ves, solo los escuchas y te agachas.

El pariente quiere lacearse un drone de esos.

Mientras Enrique intenta vacilar al pariente hablando de los drones, el chofer va esquivando los huecos de la carretera. Las piedras que emergen del follaje y que componen el paisaje tienen unas vetas de cuarzo que se confunden con las caídas de agua, y unas caídas de agua que se confunden con las vetas de cuarzo. Estamos en el lugar más antiguo del planeta, el sitio ideal donde podemos cuestionar casi todo.
Pero hay que recordar lo principal: “La cerca que vamos a bordear es nuestro límite”. Se trataba de los límites de la empresa Parguaza.

La empresa tiene más de tres años formalizando sus convenios, pero desde el año pasado arrancó sus operaciones, siendo esa empresa una de las piedras fundacionales del Arco Minero del Orinoco. Al principio le compraba el coltán a los piaroa. Después de varias reuniones los piaroa autorizaron la explotación del coltán, y le fue otorgada la concesión de las tierras bajo la administración del Estado. El 55% es del Estado y el 45% de la empresa, como en toda empresa mixta.

--Cuando se establecieron montaron una cerca. Pero los indígenas seguíamos trabajando incluso estando la empresa allí, a uno lo llevaban hasta allá y uno les arrimaba el material (“arrimar” es vender o tributar). Hoy en día no se puede. Cuando se establecieron los precios, que el presidente salió hablando, la empresa dejó de comprar.

Había dos razones para ir de ida y vuelta, la primera es que hoy en día nadie se acerca por temor a ir preso, se trata de “extracción ilegal de material estratégico para la nación”, así se lo caletreo después que le encontraron los 2 Kg en las bolas, y en segundo lugar con la entrada del verano en diciembre nadie busca coltán sino oro.

El coltán se vende por kilos, en cambio el oro por gramos o gramas, y con un gramo de oro tú te puedes ganar lo que puedes ganarte con 20 kilos de coltán. Además el oro siempre va a aumentar su valor, mientras que el coltán siempre mantiene su precio.

Por estas sabanas hay familias enteras que viven de la extracción del coltán, desde el más viejo hasta los más chamos, sobre todo los piaroa, con quienes los jivi y los curripaco comparten los territorios. Una cinta trasportadora de material va apareciendo como un elefante verde, pienso que ya estamos más cerca. La empresa ha hecho algunas vías, ha mantenido otras y ha reforestado zonas por las que pasé. Nos había caído la noche ya cuando llegamos a la entrada de la trocha, el camino lo refractaba el cuarzo recargado con toda la claridad de un cielo estrellado.

Enrique decide inesperadamente que debemos parar, nos pide que hagamos silencio y señala unas luces que estaban a un poco menos de un 1 Km; era el comando de la guardia.

--Si yo lo oigo, allá lo deben estar oyendo. Si oímos a los perros ladrar, estamos jodidos.

Era imperceptible el sonido de dos picos, uno después del otro, estaban metiéndole a la piedra, era un imprevisto, algo estresante, el coltán estaba por todos lados. Es decir, habíamos alcanzado el objetivo, llegar lo más cerca de la mina. Sin embargo él era el responsable de esta expedición, si debíamos parar y regresar yo estaba de acuerdo, así que aceleramos el paso. Ellos bajaron hablando en su lengua originaria, houttöja.

--Si nos cae la guardia o los pata 'e goma a esta hora, estamos jodidos. Los pata 'e goma son guerristos. Bueno, guerrilleros.

Pensé que resumía para informarme lo que pasaba. Hasta donde uno sabe, los farianos, es decir, los miembros de la FARC, entregaron las armas y entraron a la “vida democrática” en Colombia, con el apoyo de una gran fuerza popular, pero también se sabe que por esta zona operan otros grupos como el Ejercito de Liberación Nacional, (ELN).

Cuando regresamos a la entrada de la trocha la camioneta tenía el capó abierto. El viejo truco, el simulacro del carro accidentado. Habíamos tenido que regresarnos, por eso llegamos 2 horas antes de lo previsto.

El coltán está prácticamente allí sobre la superficie de la tierra, de la pata del cerro hasta la punta. Su extracción depende de un caño y de una técnica artesanal para poder separarlo.

Las herramientas de Enrique que son con las que lo puede hacer seguirán en su caleta, pero lo que ambos aspiran en lo más pronto es que el Estado empiece a comprarles el coltán como mineros artesanales a un precio justo y de esta forma ayudar a erradicar el contrabando y la extracción ilegal.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Consejo Popular Minero respalda implementación del Arco Minero del Orinoco



COMUNICADO



El Consejo Popular Minero, todas las organizaciones sociales, ciudadanos y ciudadanas vinculados a la actividad minera en el país, frente a los ataques y las pretendidas amenazas contra la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco, expresamos a la opinión pública lo siguiente:

Rechazamos, con profunda indignación, los reiterados ataques, orquestados de manera impropia e injusta, en contra el Arco Minero del Orinoco (AMO) y del pueblo organizado que ha dedicado su lucha incansable por el ejercicio digno de una actividad minera en beneficio de todo el pueblo venezolano; arremetidas que denotan la incapacidad de algunas personas de participar en la búsqueda real de soluciones ante la crisis económica inducida, negándose a reconocer el carácter soberano con el que se plantea la Zona de Desarrollo Estratégico Arco Minero del Orinoco.

El Consejo Popular Minero, en su carácter humanista y con conciencia revolucionaria, respalda las acciones emprendidas por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, en su lucha por la activación económica del país, y reconocemos al Arco Minero del Orinoco como una de las opciones para fortalecer el aparato productivo del país, como parte de la Agenda Económica Bolivariana, que tiene como objetivo recuperar y reimpulsar la economía para superar el modelo rentista petrolero. En conjunto, reiteramos nuestra lealtad, servicio y vocación para seguir construyendo el Socialismo Bolivariano, hasta alcanzar la Venezuela potencia descrita en el Plan de la Patria, legado por el Comandante Hugo Chávez.

Declaramos que el Arco Minero del Orinoco (AMO) es una política de derechos humanos que abre el camino de lo posible para transformar la realidad minera, desde una visión que garantice el control soberano y legítimo del Estado en la cadena productiva minera y sus actividades conexas, el respeto al ambiente, así como el bienestar de la generación presente y de los que vendrán.

Reconocemos, como los principales protagonistas de la actividad minera en la que participamos, la situación de esclavitud, pobreza económica, daño a la Tierra, maltrato a pueblos indígenas y criminalidad que se vive en el AMO, producto de la ausencia plena del Estado, y de una política pública de acompañamiento y regulación que apoye la construcción de condiciones de vida digna para el pueblo minero.

Asignamos alta importancia al Arco Minero del Orinoco como una política revolucionaria que hace justicia a las familias mineras de Bolívar que, por décadas, hemos luchado por el reconocimiento y por la construcción de espacios sociales, políticos y jurídicos para organizarnos como fuerza productiva, en amor y respeto por el territorio, con nuevas tecnologías que tengan el menor impacto en el ambiente y en nuestra salud. Hay mucha esperanza en las familias mineras, en este proyecto integral de construcción de vida. El Arco Minero es soberanía, es organización, es conciencia de pueblo, es apropiación de nuevas técnicas. El AMO nos ha permitido definir las áreas de trabajo, a partir de estudios ambientales y sociales. Más que saber dónde vamos a ejercer la minería, es tener conciencia de dónde no vamos a estar y por qué.

No es cierto que se va a acabar con más de 111 mil kilómetros cuadrados. La planificación de las áreas que hemos hecho, de la mano con el Gobierno nacional, para el aprovechamiento minero es menor al 5 %.

Alertamos que el AMO viene a regularizar una situación de facto, y acompañar la lucha contra mafias y grupos criminales, de distintos sectores, que intentan despojarnos de la riqueza pública minera y del esfuerzo de nuestro trabajo. Es un proyecto para atender al pueblo minero, el principal defensor del territorio al sur del Orinoco. La implementación del Arco Minero de Guayana es de gran significación para nosotros y nosotras, en tanto que expresa las problemáticas en el ejercicio de la actividad minera, y plantea mecanismos y acciones para consolidar una minería responsable, ambiental y socialmente. Así concebido, el Arco Minero es una forma de afirmar soberanía sobre el territorio y sobre las minas, que son una de las principales fuentes de riqueza pública, como decía el Libertador Simón Bolívar.

Insistimos en que el hecho de que el Estado venezolano esté presente en el Arco Minero del Orinoco, para proteger, acompañar y regular, también redundará en la disminución de las prácticas devastadoras y en la estructuración de nuevas relaciones.

Condenamos la visión parcial y selectiva de los detractores del Arco Minero del Orinoco, que hablan en nombre de los derechos humanos. Les hacemos un llamado a revisar las convenciones internacionales y el Plan Nacional en materia de DD. HH., en los cuales reposa que no hay un derecho legítimo fuera del que construyen los individuos, las organizaciones y los pueblos para crear condiciones de vida digna. La mayor violación hacia los derechos humanos está en impedir o prohibir, de la manera que sea, que las personas o los pueblos puedan expresar y luchar por su dignidad.

Nos preocupa que algunas personas caigan en el juego nefasto impuesto por las grandes potencias que, en un accionar injerencista, pretenden generar inestabilidad y enfrentamientos internos en Venezuela para debilitar la moral y la economía nacional y, así, conquistar nuestros recursos que son inmensos. Es nuestro deber defender a la patria ante tales intenciones, y lo haremos a toda costa.

ES JUSTICIA

En El Callao, a los 19 días de noviembre de 2017

sábado, 18 de noviembre de 2017

Nuevo envío de oro para las arcas de la nación: van casi 6 toneladas


Prensa Minería

El Arco Minero del Orinoco generó un nuevo envío de oro a las arcas del Banco Central de Venezuela, en esta ocasión el cargamento llegó a los 749,67 kilogramos de oro fino proveniente de la pequeña y gran minería del estado Bolívar.
El traslado del mineral que se realizó desde la empresa Minerven, estuvo a cargo de Emiltra (Empresa Militar de Transporte) y contó con la supervisión del Tcnel. (Ret.) Nino Ángulo presidente de Minervén quien destacó la importancia del envío que ya eleva a casi 6 toneladas de oro remitidos al BCV, los cuales además de fortalecer las reservas de la Patria, también serán traducidas en inversión social para el Pueblo Venezolano.
Durante su intervención el presidente de la empresa minera recordó que en la Agenda Económica Bolivariana, el Motor Minero se sigue posicionando como la opción económica no petrolera para el país; “el pueblo minero del estado Bolívar seguirá trabajando de la mano con el Gobierno Revolucionario y el Presidente Chavista Nicolás Maduro, para así seguir desarrollando el legado dejado por nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez”, sentenció.
Este nuevo envío es el segundo en cantidad, sólo superado por el 7mo envío realizado el pasado 28 de julio, el cual era de 769 kilogramos.
El proceso de compra del oro a los pequeños y medianos mineros, además del aporte de la gran minería; se da como parte de una negociación con precios competitivos en el mercado aurífero. El primer despacho de oro fue de 238 kilos, para luego durante el mes de mayo realizar dos envíos de 313 y 453. En junio se realizaron dos envíos de 250 y 577 kilogramos, mientras que en julio se realizaron dos traslados, uno de 577 y otro de 769.
Luego se realizó otro de 524,42 kilogramos, mientras que en el mes de septiembre se despacharon 476,09 Kg. En el mes de octubre se remitieron al BCV dos despachos, uno de 640,69 kilogramos y otro de 594, 21 Kg.
Con el último envío se llegó a los 5.992,05 kilogramos de oro fino, los cuales representan casi 220 millones de euros para la economía nacional, lo cual cuenta con una buena proyección antes de que finalice el 2017.

jueves, 16 de noviembre de 2017

La rebelión de Nuevo Callao y el poblado posible (I)

Para llegar a la historia

Entrada de Nuevo Callao
Esta es la primera entrega de una investigación hecha en el sitio donde tuvo lugar uno de los hitos más importantes de las luchas mineras en Venezuela: la rebelión de Nuevo Callao (1995). En este tiempo de transformación de la actividad minera en nuestro país es pertinente revisar la evolución de ese poblado hasta el momento actual. Su fundación fue violenta; mineros organizados de Tumeremo se pusieron al frente de una multitud harta del saqueo y la humillación de la transnacional Greenwich Resources, expulsó a los dueños de la compañía que se llevaba el oro de Venezuela y desde entonces la explotación minera está a cargo del pequeños mineros organizados.

Está llena de falsedades la propaganda que quiere satanizar a los pueblos mineros, exponiéndolos al desprecio del resto del mundo como territorios donde sólo existe barbarie, catástrofe y corrupción. Tampoco proceden la edulcoración ni la idealización de un fenómeno económico-social que sí ha sido violento y tortuoso, como todo proceso creador de sociedades. Hay problemas y complejidades que el Arco Minero del Orinoco no ha creado sino que está comenzando a sistematizar para normar y corregir algunas situaciones inaceptables. Unos problemas y complejidades que un buen número de personas pensantes y trabajadoras están luchando desee hace años para eliminar o transformar.

El municipio Sifontes del estado Bolívar es un territorio con una historia de luchas populares y numerosos ensayos de organización social y política. Por eso, los planes de humanización y dignificación de la actividad minera son un proyecto realista y posible: allí donde el fascismo y la ignorancia se empeñan en ver salvajes, hay en realidad seres humanos con el talento y el impulso de vivir de otra forma, conservando y humanizando su actividad económica primordial.

En esta primera entrega se arroja luces sobre un contexto histórico y sobre el espacio geográfico, una visión inicial necesaria para entender la enormidad del trabajo hecho por la gente, cuando expropiar empresas no era una política de Estado sino una gesta heroica de pueblos.


José Roberto Duque


Sí, aquí era donde azotaba El Topo, autor de la masacre de los mineros de Tumeremo el año pasado.

No, eso no es lo más importante que ha pasado en la historia de Nuevo Callao.

Habrá acción en este intento de reconstruir los hitos de la historia de ese intento de poblado minero, pero no caeremos en la tentación facilona e irresponsable del sensacionalismo.

Eso sí, nos permitiremos un poco de dramatismo. El poblado minero cuya breve historia reconstruiremos queda al sureste de Tumeremo, más cerca del Esequibo que de Brasil y más cerca de Brasil que de Caracas. La mayoría de sus minas está registrada en el radio de acción del Arco Minero del Orinoco, lo cual, por lo que acabamos de decir y por otras razones más, es un acto de soberanía.

***

Antes del renacer del oro la fiebre era de balatá.

En este territorio selvático del estado Bolívar la explotación del caucho llegó a ser mucho más rentable que la del oro, más o menos hasta mediados del siglo 20. Era una actividad ruda, que podía llegar a ser cruel e inhumana.

A los hombres, miles de hombres, que venían a extraer de un coloso vegetal la materia prima del caucho los llamaban pulgueros. Eran los obreros encargados de trepar a un árbol alto y robusto llamado pulgo, hacerles cortes transversales que hacían drenar la savia, un líquido blanco y viscoso, hacia un canal principal, en cuyo extremo inferior se colocaba una especie de canal metálico. Por allí corría el liquido e iba a parar a un recipiente. Ese recipiente era puesto en el fuego y la sustancia se iba convirtiendo en una pelota de goma que se vendía a buen precio. Suena fácil y hasta divertido el trabajo, pero el paludismo y los accidentes laborales diezmaron a centenares de estos trabajadores.

Todavía se pueden ver, en la vía que va desde la comunidad kariña Los Guaica hasta Pueblo Viejo (centro fundacional de Nuevo Callao), e incluso más adentro entre las actuales minas de oro, algunos de esos árboles centenarios objeto de explotación. Les haces un pequeño corte levantando la corteza y la leche del caucho vuelve a fluir.


Una pequeña herida a un pulgo, árbol del balatá
Por esa pequeña herida fluye la savia que en otro tiempo era fuente de riquezas




Marcos Rivero y Luis Gerónimo Marcano conservan algo más que el simple cuento/testimonio de los viejos: el primero vio muchas veces al pasar algunos de aquellos canales recolectores incrustados en los árboles, pero cuando adquirió conciencia del valor patrimonial de esos objetos fue a ver si recuperaba alguno y ya no quedaban rastros. Marcano tuvo más sentido de la oportunidad y conserva una “espuela”, implemento que los pulgueros se colocaban a la altura de los tobillos para ayudarse a trepar por los troncos hasta arriba.

La vía que conduce desde Tumeremo hasta Nuevo Callao es asfaltada hasta un punto; es la Troncal 10, la carretera nacional que comunica con La Gran Sabana. Luego hay que desviarse hacia el este por una vía de tierra, transitable por un corto trecho para cualquier vehículo en buenas condiciones, y de pronto se convierte en una pequeña pesadilla en la que sólo se puede seguir en una toyota (las hazañas cotidianas han inmortalizado esta marca japonesa), en moto o a pie. La otra opción es un helicóptero (el pájaro, lo llaman), pero hace unos años este medio de transporte dejó de ser una alternativa viable, por los costos.

Muy contadas veces, sobre todo en casos de emergencia, los pobladores de Nuevo Callao solicitan uno por teléfono a la compañía Ranger, pero tienen que estar dispuestos a pagar el precio: 30 gramas de oro o 60 millones de bolívares, por una “carrerita” hasta Tumeremo, que dura unos pocos minutos. Hacia el año 1996 los estudiantes y la maestra de la escuela de Rancho de Lata (un sector del núcleo fundacional de Nuevo Callao) se trasladaban en helicóptero desde la orilla del río Botanamo hasta la sede del plantel ubicada a unos dos kilómetros. Ahora ese corto trayecto se hace por picas y caminos.

Tumeremo queda a unos 60 kilómetros de Nuevo Callao, pero por ese intento de carretera (una pica, en el lenguaje popular de los lugareños) puede uno invertir hoy entre una hora y media y doce horas, dependiendo de las condiciones climáticas, las del terreno y las del vehículo en que uno se mueva. A mediados de noviembre de 2017 hicimos el trayecto en casi 5 horas. Es tiempo de lluvias esporádicas y pasajeras y esa escasa agua es suficiente para llenar el camino de lagunas, repentinas trampas de arcilla, huecos formidables que la toyota sortea ayudada por el winche y sus aliados, los muchos árboles del entorno. Si uno viaja al descubierto en la parte trasera la faena se agradece si uno va dispuesto a “pasarla distinto”, en clave de aventura memorable para citadinos. Hay un bejuquito insidioso y malasangre lleno de espinas curvas como uñas de gato, que cuelga de los árboles y parece haber sido diseñado especialmente para amagarle la vida a los viajantes distraídos; si uno no lo esquiva a tiempo puede romperle la piel, la ropa o incluso llevarse impunemente un ojo. En la zona lo llaman jalapatrás, y créanlo, no podía llevar un mejor nombre esa ramita tan ladilla.

Hay que bajarse y caminar cada tantos kilómetros, porque hay tramos en que la toyota tiene que lidiar con el menor peso posible contra el barro y a veces se inclina hasta casi voltearse; es difícil decir si esos hombres llevan la camioneta o si la camioneta los lleva a ellos. Uno ha transitado por carreteras feas en la vida, y esta califica como de las más odiosas. Pero cuando uno le comenta esto al chofer de la toyota el hombre suelta un grito de burla y aporta este otro dato toponímico: “¡Muchacho!, esta carretera es bella, esto es una autopista. Si quiere ver carretera mala siga hasta Botanamo; antes de llegar hay un pedazo que llaman La Lambada”. Quienes no se hayan enterado de que hubo un baile brasileño de moda en toda América los años 80 sólo tienen que buscar los videos: aquello era una faena hipnotizante en que las garotas agitaban cintura, cadera y culo en un despliegue maravilloso de sensualidad. Vaya y mire los videos: así mismo se menean las toyotas llenas de gente y mercancías al pasar por esa parte de la ruta.



La carretera se convierte en una pequeña pesadilla
Unos kilómetros antes de llegar al río Botanamo (río que es preciso cruzar en chalana artesanal, esperar que la toyota haga lo mismo y proseguir) los mejor informados informan: “Debajo de la carretera, en esta curva, aparecieron enterrados varios cadáveres el año pasado. El helicóptero donde vino la fiscal general aterrizó en este punto y aquí mismo uno veía botadas las batas, guantes y mascarillas que usaron los forenses”.

Cruzando el río Botanamo
Venimos de El Callao, donde uno aprende por esas cosas de los nombres de los pueblos que hay asuntos que no es bueno andar comentando ni preguntando mucho en público, pero está claro que se estaban refiriendo a la masacre perpetrada por El Topo y su banda.


Esa matanza, que según cuentan los vecinos no fue ejecutada allí sino en un lugar lejano, y esta carretera sólo les sirvió a los asesinos para ocultar los cuerpos, no ha sido lo más espectacular que ha ocurrido en este pueblo. Hay sacudones lamentables y perversos, y hay otros que funcionan como punto de arranque o Big Bang para las faenas edificantes de los pueblos.


En Nuevo Callao hay comunidades kariña que viven de la caza y la pesca, también de sus conucos y de su elemento ancestral por antonomasia: la yuca y sus casabes. No es extraño que de vez en cuando aparezcan por el pueblo vendiendo piezas de cacería: venados, lapas. Los moradores han visto cerca del poblado ejemplares de león barretiao, dos variedades de tigres, ofidios de varios calibres. Las minas de Nuevo Callao están, entonces, en medio de una selva espléndida, remota y peligrosa en muchos sentidos.

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Próxima entrega: la rebelión de 1995

lunes, 13 de noviembre de 2017

Mineras, dije mineras

  • El barranco de las mujeres; el hueco de la mujer o la mina de Skarlym, hace unos años resultaría impensable llamarle así a cualquier asentamiento minero. Hoy esa realidad está cambiando, pero sigue sonando igual de cruda.


César Vázquez



Vejación, criminalización, prostitución, vicio, saqueo, destrucción, desastre ambiental y un largo etcétera levantan los límites de una cartografía lumpen o al margen de la informalidad, esta es la semblanza social que hemos construido de quienes se dedican a la pequeña minería. En el caso de la mujer minera esta lista se extiende mucho más debido a la gran inequidad de género que existe en esta actividad. 

Aunque no haya cifras oficiales, se calcula que más de un millón de mujeres se dedica a la minería informal en países como Perú, Bolivia, Brasil, Venezuela y Colombia. Solo en Venezuela actualmente se estima que la población dedicada a la minería tradicional, así como a la pequeña minería que ha ocupado por generaciones estos territorios, ha crecido durante los últimos años a más de 200.000 personas. Más de la mitad de ellas son mujeres.

Sin embargo, a estos datos o aproximaciones que salen a la luz pública a partir del Primer Encuentro de Mujeres Mineras, celebrado el pasado mes de Julio en El Callao, estado Bolívar, le sigue una realidad mucho más devastadora: a la mujer minera se le considera y se le ha dado el título de ser la más pobre de Latinoamérica.

Acá los breves testimonios de tres venezolanas, formadas en el barro y la fragua de esta lucha que junto a otras compañeras y compañeros vienen asumiendo el brazo direccional de una de las organizaciones mineras más importantes del país (sino la más importante). Se trata del Consejo Popular Minero conformado por la pequeña minería, la misma que le ha venido "arrimando al Estado" (como se diría en jerga minera), es decir la que ha venido tributando a las arcas públicas del Estado más de 5toneladas de oro en estos últimos meses sin trasnacionales de por medio.


La bendición que está allí en el saco, es lo que Dios te pone

Hace más de 8 años Skarlym Dorado tenía 25, llegó con 70 bolívares a Tumeremo, estado Bolívar, con un chinchorro que compró en el camino. La confusión era grande, solo sabía que tenía que llegar a una mina donde había un barranco del que le hablaba su amiga pero no sabía a cuál ni mucho menos cómo llegar, la bulla de Hoja de Lata era grande y ya no había manera de regresarse.
    Allí me encontré con mucha gente de Brasil, Guyana y otros países, había niños, comerciantes, gente que venía igual que uno. Cuando llegamos como lamentablemente pasa nos confundieron con prostitutas y lo vi muy degradante, aunque en ese momento era tan tentador por la situación que atravesaba. De una vez nos ofrecieron trabajar en una currutela (bar de putas), pero no veníamos por eso. Nos comimos una hamburguesa con esa plata, como teníamos aspecto de venir de la ciudad esa misma noche nos ofrecieron trabajar esa plaza. Un muchacho, quien es hoy un gran amigo nos ofreció quedarnos allí, al otro día nos enseñó el sistema, los mineros son muy dadivosos, siempre están dispuestos a ayudarte. Nos dijo que teníamos que pedir un saco de material para molerlo y así ganarnos algo, la comida es muy cara en una mina. 
Desde que llegué, entaconada, porque no sabía a dónde iba realmente, me quería regresar.
El 80% por ciento de las mujeres que llegaron a mi comunidad venían dispuestas a prostituirse, sin embargo esta realidad ha venido transformándose. 

Skarlym Dorado

La fuerza de trabajo es la fuerza no solo del cuerpo sino de la voluntad de permanencia. La mayoría viene con múltiples necesidades, por lo general deben cumplir una doble jornada o triple: primero la atención a sus hijos y a su compañero desde la cocina, lavando ropa y luego el trabajo de minera que dependerá del tipo de mineral que extraiga.

Actualmente a Skarlym no le queda tiempo para bajar por su cilindro a buscar oro junto a su familia, está dedicada exclusivamente a lo organizativo como miembro directivo del Consejo Popular Minero. Las fuerzas históricas que están involucradas en este proceso y la dignificación del trabajo de la mujer ha sido la cantera de un incansable compromiso y la columna vertebral de su formación política.


Mi abuela era una Madama de El Callao
que siempre cocinó para empresas extranjeras

Rosa Rivas “La Mami”, primera hija de Zulay que entraba a la mina, representante de la brigada minera "Nicanor Ochoa", se asoció con varios mineros y logró que a ese barranco le llamaran El Barranco de la Mujer. Al tiempo pudo crear una escuadra de siete mujeres y abrieron otro barranco al que le llamaron El Hueco de las Mujeres.

Tenía 17 años cuando entró a trabajar siguiendo los pasos de su abuela como cocinera en la mina. Habla con respeto a las mujeres que llegan a Tumeremo a prostituirse y comenta:   
    Hoy por ejemplo me llamó una muchacha de 19 años que trabaja en la currutela, tenemos pensado vender hallacas a precios solidarios, los mineros se merecen una comida honesta. Cuando abrimos el comedor popular se vinieron varias de estas muchachas a trabajar, sin dejar de prostituirse. Una de 18 años es de Anaco, la otra de 21 es maracucha y la otra de Valencia. Viajan cada mes para ver a sus familias.


Rosa Rivas

A Rosa Rivas, Skarlym Dorado la conoció en Botanamo, una mina con más de 30 años de fundada, cuando fue desalojada por la Guardia Nacional en el intento de recuperar los espacios controlados por las Bacrim (Bandas criminales). Habían pasado por situaciones similares y aún mantenían su vocación social por el trabajo en colectivo. Desde hace dos años integran las brigadas mineras con el fin de apoyar el registro nacional minero, y la demarcación de las zonas asignadas para la explotación de las reservas auríferas de la nación.


Si un palazo echaba él, un palazo echaba yo

María Rodríguez tiene 52 años, siete hijos y más de 30 años trabajando con su esposo en la mina. Actualmente forma parte de la dirección del Consejo Popular Minero. Representa el Bloque B del sector El Perú de El Callao, donde existen más de 20 minas de Oro.
    La situación te enseña, la necesidad te enseña, si vienes a aprender cualquiera de nosotros te va a enseñar.
Con esa sencillez transmite su filosofía, se refería a su agenciamiento: la solidaridad del pueblo minero como principio con rango de tradición. El principio fundamental de su horizonte organizativo, político y humano.
    Chávez vino con la caravana bolivariana cuando salió de Yare, por allá en el 98, estaba de candidato, hasta ese día los mineros no habíamos visto una, Chávez pensó en la legalidad del minero cansado del matraqueo de la guardia y las mafias y empezó a crear las asociaciones mineras como la que yo represento.  
   ¿Qué significa el Consejo Popular Minero en lo más básico?
    Es una lucha que se ha logrado a través del tiempo, y somos 136 organizaciones de todo el estado Bolívar, donde están los tres metales: el oro, el diamante y el coltán. Desde hace dos años venimos reuniéndonos, y en este momento hemos avanzado con grandes resultados; estamos a las puertas de una demarcación del territorio para que los mineros puedan crear sus alianzas estratégicas. Queremos que ese oro que sacamos, vaya al Banco Central y se utilice en las necesidades del pueblo, que el país tenga como responderle al pueblo. 


Vocería del Consejo Popular Minero