lunes, 4 de diciembre de 2017

La rebelión de Nuevo Callao y el poblado posible (III)


La fundación

Una asamblea durante el arranque del Registro Único Minero en Nuevo Callao (noviembre 2017)

José Roberto Duque

Producto de una rebelión (La rebelión de 1995), coronada con una toma popular de minas y territorios que eran usados como hacienda privada por una empresa transnacional (la Greenwich Resources, de capital inglés), comienza a formarse en mayo de 1995 una comunidad minera. La “bulla” de Nuevo Callao convocó a gente de muchos lugares del país, como suele pasar cada vez que se corre la voz de que fue encontrado un nuevo yacimiento, con la diferencia de que esta vez no se trataba de una veta recién descubierta. Se trataba de un sistema de minas activas y por descubrir expropiadas por el pueblo organizado a una empresa depredadora, que en su afán de ejercer dominio pleno sobre 17 mil hectáreas de territorio no permitía el paso ni el ejercicio de ninguna actividad a venezolano alguno.


La otra diferencia era que los activistas y fundadores dela comunidad tenían una visión distinta a la de la mayoría de las zonas mineras. Por lo general alrededor de las minas se forman comunidades provisionales, sin vocación de permanencia; más bien campamentos portátiles y transitorios que son abandonados cuando merma la producción y se termina la “fiebre” del oro. En el caso de Nuevo Callao el sentimiento predominante era de fundación y permanencia. La gente que participó en la toma creía importante ejercer soberanía sobre un espacio ubicado a relativamente pocos kilómetros del Esequibo.

Veintidós años después todavía viven en el poblado algunos de aquellos fundadores: Luis Gernónimo Marcano, María Teresa Hernández, Carlos Sarría; Vidal Betancourt, José Luis Sulbarán, Simón Pérez, Pedro Ruiz, Miguel González, Nancy García y varios otros. Este intento de reconstrucción histórica y actual fue realizado a partir de los testimonios de varios de ellos.

Luis Marcano y María Teresa Hernández. Fundadores y testimoniantes de la historia del poblado

Las dos fundaciones


El punto original de la fundación fue un sector que se llamó Pueblo Viejo, a orillas del río Botanamo. Entre este punto y Rancho de Zinc, que era la base de operaciones de los ingleses, hay que realizar un recorrido de unos 5 kilómetros por una carretera de tierra; en esa época no eran muy distintas las condiciones.

Durante los primeros meses de la fundación hubo intentos de desalojo por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, alegando que había demasiadas personas poblando las riberas de un río, y esto era considerado un crimen ambiental (“crimen ambiental” a poca distancia de donde funcionaba un monstruo que devastó por años la zona selvática). El río Botanamo va a desembocar al Cuyuní.

La tensión entre los pobladores y las autoridades era permanente, pero el poblado comenzó a cobrar forma poco a poco, con más organización y criterio de comunidad que un campamento minero común y corriente. Había una escuela en la zona de Rancho de Zinc, y los niños y la única maestra eran llevados desde Pueblo Viejo hasta la sede de la escuela en helicópteros ("pájaros", en el lenguaje local) alquilados a las compañías Ranger y Aerotécnica. La Ranger todavía presta servicios en Tumeremo y sus alrededores.

Un día de 1996 se presentaron las autoridades sin ánimo de discutir más el asunto y comenzó un intento de desalojo a la fuerza. La población se movilizó para su defensa y el clima de represión encontró eco en Tumeremo, donde hubo un paro activo y protestas en la carretera nacional. Hasta que las autoridades decidieron negociar con los fundadores. Éstos aceptaron retirarse de la orilla del río y adentrarse hacia la zona de las minas, donde fundaron dos espacios residenciales: Peladero 1 y Peladero 2. En estos dos espacios construidos en mitad de la selva, pero mucho más cerca de la zona de operaciones mineras, se encuentra todavía el núcleo más importante de Nuevo Callao. Allí viven varios de los antiguos fundadores, sus familias y personas que vienen a probar suerte con la minería.

De ese mismo año data la fundación de la Asociación Civil Agrominera Sifontes, un ensayo de organización gremial de trabajadores de la pequeña y mediana minería.

Un reloj-afiche de la primera asociación de trabajadores de la minería en el poblado

Lo que dejaron los “gringos”


El campamento y zona de explotación de la Greenwich Resources había requerido el arrase de buena parte de la vegetación circundante, por razones operativas: utilizaron la madera para construir casas y para mover los molinos y otra maquinaria industrial, que era a vapor. Ha sido lenta pero sostenida la recuperación del bosque; ya las zonas donde se levantaban las casas de los “gringos” y algunos equipos abandonados pueden verse semicubiertos por la vegetación, y apenas pueden verse vestigios de las fundaciones.

Los actuales pobladores también han hecho sus casas de madera. Todas están hechas de madera y techos de zinc. No hay nadie construyendo con barro u otros materiales. Todavía abundan los buenos “palos” de construir: pulgo, pardillo, algarrobo, caramacate, zapatero.

Vivienda de un trabajador minero en el sector Peladero 2
Durante los primeros meses, al comenzar la explotación de las riquezas por parte de los pequeños mineros, hubo un impulso poblacional importante y en la memoria de los más antiguos ha quedado el recuerdo de los primeros expendios: había bodega, restaurant, frutería, venta de ropa, farmacia, servicio de radio transmisor para comunicarse con Tumeremo. Cada día se mataba una res y la carne se vendía entre la población. El bodeguero es el personaje mas importante del circuito comercial de una mina, pues es el que les vende comida a crédito a los trabajadores, que cancelan cuando comienza a aflorar el oro.

No había dinero en esa alborada de Nuevo Callao; las transacciones se realizaban en oro. El oro como valor de cambio se usaba y todavía se usa para comprar casi todo lo que puede comprarse con moneda. No es el gramo (o grama) la unidad menor; un gramo de oro está dividido en diez "puntos" (es decir, cada una de las diez partes en que se divide un gramo es un punto). El peso de un punto es el de un fósforo; puede verificarse esta equivalencia en una balanza manual o electrónica. Rubén Sierra vendía catalinas, queso y otros alimentos y cobraba en puntos de oro. Lo mismo "El Gocho" Pedro Ruiz, que traía helados desde Tumeremo e iba de casa en casa y de barranco en barranco cambiando su mercancía por partículas de oro.

La exploración inicial de lo existente fue ardua y a ratos mortal. Tres hombres bajaron sin protección a explorar una galería abandonada y caminaron sobre gruesas capaz de guano de murciélago. A los pocos días dos de ellos fallecieron, presumiblemente de una enfermedad respiratoria, después de ponerse amarillos.

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Próxima entrega: Arco Minero del Orinoco y futuro de Nuevo Callao

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