jueves, 9 de noviembre de 2017

“Islas de fertilidad” y moringa: una minería menos contaminante es posible

Saúl Flores
  • Está en ejecución y en permanente discusión la utilización de tecnologías alternativas al uso de mercurio para la extracción de oro. Flores reflexionó al respecto, pero su aporte al tema lo desarrollaremos en trabajo aparte, alterno y complementario a este
Arco Noticias

Saúl Flores es investigador del IVIC y está trabajando en algunos proyectos que pudieran servir de apoyo a una de las cuestiones centrales del Arco Minero del Orinoco: evolucionar hacia una minería menos contaminante y depredadora. Está consciente de que el tema del Arco Minero ha sido controversial por asuntos ambientales y también por asuntos políticos, y sabe que la peor actitud del Estado respecto a la actividad minera hubiera sido seguir dándole la espalda, como si no ocurriera. Y finalmente sabe que su misión como científico es tratar de intervenir en los procesos, sobre todo en los que el común de la gente mira con recelo.

“Usted puede proponer un plan ideal que suene viable, pero si no hay un control y seguimiento efectivo de los procesos en el terreno, el plan fracasará. Ese es el rol del Estado y se supone que para eso, para que haya control, se ha implementado el Arco Minero”, dice, consciente también de que toda propuesta puede sonar conceptualmente viable e incluso hermosa, pero hay una realidad objetiva a la que es preciso adaptarse.

Está planteada una propuesta conceptual que se torna “visible”, gráfica, mediante un simple ejercicio mental. En palabras del investigador: “En la actividad minera los primeros elementos que se perturban son la vegetación y el suelo. Es preciso remover suelo y vegetación para proceder a la extracción de minerales, y eso ya implica una perturbación importante, son especies que tienen miles y millones de años en ese lugar y viene el ser humano a removerla. Existe una práctica, no lo suficientemente expandida o supervisada, que consiste en tomar la capa vegetal, ese horizonte orgánico donde están los bancos de semillas y de plántulas; resguardarlo en un lugar cercano al lugar donde se realizará la extracción, y cuando culmine este proceso volver a colocar en su lugar la capa vegetal”. El poder de regeneración del suelo hará el resto del trabajo; allí donde hubo erosión volverán a retoñar las especies vegetales. Para esto sólo es necesario remover y conservar la cobertura vegetal más superficial, digamos, una capa de 30 a 40 centímetros de profundidad”.

¿Utopia? ¿Será realizable este plan, teniendo en cuenta el complejo componente social de la zona? “Insisto: la clave de casi todo está en la supervisión del Estado”.

Flores recuerda el caso de un intento fallido o incorrecto de reforestación cerca de Las Cristinas: una empresa canadiense decidió reponer la capa vegetal en una zona devastada, pero lo hizo con eucalipto y especies vegetales que no eran autóctonas, no eran originarias de la zona, y el impacto fue opuesto al deseado. “Estos procesos deberían ejecutarse con asesoría nuestra, de quienes conocemos las especies del lugar”.

“En Sudáfrica ha habido otra experiencias”, se extiende Flores en el tema, “por ejemplo una técnica llamada 'Islas de fertilidad'. Consiste en remover la capa vegetal, pero por bloques o colchones de pocos metros; 'picas' la capa vegetal en pequeños módulos, que son las 'islas', los almacenas y los resguardas, y al final del trabajo vuelves a reponer esas islas o colchones orgánicos en las áreas intervenidas”.

En cuanto a sus experimentos actuales, el que más le entusiasma es el que realiza con corteza de moringa. Está en etapa de experimentación un filtro vegetal, un biofiltro elaborado con la corteza triturada, que en el laboratorio ha resultado en un promedio de 98 por ciento de retención de minerales pesados. Es o aspira a ser una técnica aplicable en caso de derrames de sustancias tóxicas. También está en etapa de experimentación una técnica para reutilizar los materiales captados o retenidos por estos biofiltros.

Biofiltro de corteza de moringa en fase experimental. A la izquierda, el agua contaminada; al centro, una franja de corteza de moringa. A la derecha, el agua ya filtrada

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