domingo, 17 de diciembre de 2017

Cómo fue que EEUU impuso el dólar (y cómo fue que el oro recuperó su importancia)



Michael Maloney*

El 4 de marzo de 1933 Franklin D. Roosevelt asumió la presidencia de Estados Unidos, y a los pocos días firmó una proclama ejecutiva que comunicaba que todos los bancos serían cerrados para una “fiesta bancaria”, con la que se congeló el intercambio con el extranjero y se evitó que los bancos pagaran con oro cuando reabrieran. Un mes después firmó una orden ejecutiva que solicitaba que los ciudadanos estadounidenses entregaran sus pertenencias (oro) a la Reserva Federal de Estados Unidos a cambio de billetes emitidos por esta.

El 20 de abril firmó otra orden ejecutiva en que se cancelaba el derecho de los ciudadanos estadounidenses a comprar o intercambiar divisas extranjeras y/o transferir divisas a cuentas fuera de Estados Unidos. El mismo día se envió al Congreso la Enmienda Thomas, que permitía al presidente reducir el contenido del dólar a discreción, hasta un 50% de su peso anterior. Esta enmienda se aprobó como ley el 12 de mayo y se añadió para concederle a los billetes de la Reserva Federal el estatus de “moneda de curso legal”.

Pero todavía quedaba un obstáculo importante que vencer el que Roosevelt pudiera devaluar el dólar: la impopular “cláusula oro“.

Durante la Guerra Civil, el presidente Abraham Lincoln tuvo que ingeniar una manera de pagar a las tropas, por lo que introdujo el en el país una segunda divisa por decreto: el dólar greenback. Cuando surgió por primera vez, el greenback valía lo mismo que los billetes que si estaban respaldados con oro, pero para finales de la guerra su precio había caído hasta alcanzar solamente un tercio de su valor. Mucha gente que había realizado contratos o solicitado prestamos en dólares respaldados antes de la guerra, tuvo que pagarlos con dólares greenback depreciados. Por supuesto que con ello se estaba defraudando a los acreedores, por lo que se levantaron muchas demandas.

Despues del final de la Guerra Civil, la mayoría de los contratos incluían una “cláusula oro” que servía para proteger de la devaluación a los prestamistas y similares. La clausula oro exigía que, cuando el contrato se cumpliera, el pago se realizara en oro o en una cantidad de divisa igual al valor del “peso del oro”. El gran problema de Roosevelt era que la mayoría de los contratos y obligaciones del gobierno también incluían esta clausula. Por lo anterior, la devaluación del dólar también incrementaría el costo de las obligaciones del gobierno en la misma proporción.

Así que, a instancia del presidente Roosevelt, el 5 de junio el Congreso aprobó una resolución conjunta que invalidaba la clausula oro en todos los contratos públicos y privados pasados, presentes y futuros. En esencia, el gobierno solo le dijo a los ciudadanos y a las corporaciones estadounidenses: “No tenemos que pagarte”. Esta descarada falta de respeto a los derechos de los estadounidenses por parte del gobierno condujo al senador Carter Glass, presidente del Comité Financiero del Senado a lamentarse: “Es un deshonor, señor. Este gran gobierno, fuerte en oro, está rompiendo su promesa de pagar en oro a las viudas y los huérfanos a quienes les vendió bonos gubernamentales con la garantía de pagar en moneda oro con el estándar de valor presente. Es un deshonor, señor”. El senador Thomas Gore de Oklahoma fue mucho más conciso: “¡Cómo! Eso es un vil robo, ¿no es así señor Presidente?”.

Todas estas protestas entraron en oídos sordos. El 29 de agosto de 1933, Roosevelt firmó la Orden Ejecutiva 6260, en la que se prohibió el derecho que tenían los ciudadanos estadounidenses de poseer oro. La única manera en que el sistema bancario podía ocultar el fraude de sus sistema de reserva fraccional y evitar el inclumplimiento de sus compromisos (es decir, declararse en bancarrota) era hacer que el gobierno estableciera que era ilegal que los ciudadanos poseyeran oro (el dinero legal de la Constitución, un elemento inerte e inanimado), Roosvelt aceptó con gusto.

Estados Unidos de Norteamerica ordenó a sus ciudadanos que entregaran su propiedad privada (el dinero de sus bolsillos) a cualquier banco de la Reserva Federal De Estados Unidos. Primero lo hizo con la amenaza de publicar en los periódicos los nombres de los “acaparadores de oro” y después con la advertencia de aplicar multas y encarcelamiento. Tengo entendido que nadie sabe con exactitud quién escribió estas promulgaciones y órdenes ejecutivas. Pero algo quedaba claro: el gobierno ya no era de la gente, por la gente y para la gente. Ahora era un gobierno de banqueros, por los banqueros y para los banqueros.

Pero todavía faltaba llevar a cabo otra acción deleznable.

Los cuida Kilos

El 31 de enero de 1934, Roosevelt firmó la promulgación que hacía efectiva la devaluación del dólar. Antes se necesitaban 20,67 dolares para comprar una onza troy de oro, pero a partir de esta proclamación el dólar perdió el 40,09% de su valor adquisitivo y para comprar la misma cantidad de metal se necesitaron 35 dólares. Estas cifras indican que el gobierno había robado 40,09% del poder adquisitivo de todo el suministro de divisas de la gente de Estados Unidos, con relación al comercio internacional. Y todo con el poder de un bolígrafo.

Así de fuerte es el poder de la divisa por decreto. Lo peor de toda esta situación es que la gente que siguió las reglas y entregó su oro cuando asi se decretó, resultó ser la mas afectada. Gracias a la presión que las políticas de Roosevelt ejercieron sobre el dólar, quienes se aferraron ilegalmente a su oro obtuvieron una ganancia de 69,33%. Por otra parte, se entregó menos de 22% del oro que estaba en circulación y al parecer no se arrestó ni se juzgó a nadie por acaparamiento.

Pero a pesar de los esfuerzos del gobierno de Estados Unidos, al final venció el oro. El oro y la voluntad del pueblo hicieron ceder al gobierno. Estdos Unidos prohibió a su población reclamar su propio oro y devaluó lo dólares; de esa forma pudo evitar el pánico internacional por el dólar y fue capaz de continuar el comercio internacional bajo el patrón oro. Anulando los pagarés redimibles en oro que tenían los ciudadanos estadounidenses y exigiendo mas pagarés de los bancos centrales extranjeros por cada pieza de este metal, disminuyó considerablemente la cantidad de los documentos redimibles en oro. Así el sistema fraccional de reserva volvió a ser manejable.

De nueva cuenta el oro se había revaluado a sí mismo. No fue con un golpe de knock out y la muerte de la divisa, como sucedió en capítulos anteriores en la historia, esta ocasión fue un knock out técnico. Para detener la implosión del sistema bancario estadounidense y para volver a ganar la confianza de los socios de comercio internacional, el oro forzó al gobierno a devaluar la divisa robando a los ciudadanos. El oro también volvió a respaldar todo el exceso de divisas que el sistema bancario había producido. El oro continuaba siendo el campeón invito de los pesos pesados del mundo.

Pero todo ese dolor y sufrimiento se pudieron haber evitado. El oro y la plata exigen que los bancos y los gobiernos actúen con disciplina y moderación y por ello a los bancos y los gobiernos no les agrada este metal. A pesar de que fueron varios los factores que contribuyeron a la Gran Depresion, hubo solamente una causa de raíz. Los gobiernos del mundo, la Reserva Federal de Estados Unidos, los bancos centrales extranjeros y los bancos comerciales: todos ellos trataron de engañar al oro.

Invertir en oro e invertir en plata son una forma de proteger tu dinero de los abusos del gobierno ante la continua y desmedida impresión de dinero fiduciario.

Extracto del libro “Guia para Invertir en Oro y Plata”

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