viernes, 27 de octubre de 2017

¿Necesita el Arco Minero que alguien lo defienda?

  • Editorial
Confluencia de los ríos Orinoco y Caroní

Esta página nace con la voluntad de hacer periodismo independiente en un tiempo y en un lugar en que casi todos los temas han sido abordados desde el insulto, la mala intención, la desinformación y el equívoco. La Venezuela empeñada en hacer una Revolución ha sido objeto de ataques propagandísticos y operaciones sicológicas contra todas sus acciones y políticas, incluso las que enaltecen y reivindican al ser humano; era de esperarse que la activación del Motor Minero, en la figura y el concepto del Arco Minero del Orinoco, originara reacciones adversas, algunas legítimas y la mayoría malsanas. Nuestra misión consistirá en indagar en la historia, las motivaciones, las informaciones reales y actuales de cuanto ocurre en los lugares donde está teniendo lugar la explotación minera en el AMO.

Una revisión simple de las matrices creadas en torno al Arco Minero del Orinoco revela que se ha pretendido instalar en el imaginario de los venezolanos, y también en la parcial y limitada visión de los ciudadanos que viven fuera de Venezuela, la idea de que al sur de nuestro país sólo había selva virgen, y que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro decidieron devastarla e inaugurar en esa selva la minería intensiva. Abordaremos entonces la urgente tarea de hacerle entender al mundo que en una extensa zona del sur han habido explotación, depredación y extracción ilegal de recursos, y que solo la intervención del Estado puede ayudar a organizar y hacer más humana la actividad minera.

Desde varios lugares dentro y fuera de Venezuela, e incluso desde sectores de izquierda que bombardean una realidad que nunca han investigado y ni tan siquiera visitado, se ataca y denigra de la iniciativa llamada genéricamente Arco Minero partiendo de premisas que muchas veces no soportan una confrontación sincera con la realidad. El discurso adverso estándar dicen que las zonas mineras es imposible escapar al crimen y la corrupción, y esto insulta a pueblos y comunidades cuyos habitantes han vivido del trabajo minero durante varias generaciones; pueblos que, como El Callao, pueden enorgullecerse de su sólida tradición cultural y deportiva, y también de su clase trabajadora por excelencia: la gente dedicada a la pequeña minería. Este sector, por cierto, está en proceso de organización y asociación, después de siglos de ser considerada ilegal. En estos momentos avanza la consolidación de su estatus, de común acuerdo con un Gobierno que los respeta.

Por primera vez en la historia un Gobierno ha venido a reconocer a estos pueblos y comunidades en su valor y dignidad, y ese ha sido el mejor punto de partida para comenzar a liberar amplios territorios de las prácticas depredadoras propias del capitalismo. Nuestro grano de arena será aportar una indagación seria y responsable de los procesos que tienen lugar al sur del país, en el Arco Minero. La pregunta hecha en el título queda así respondida: el arco Minero del Orinoco no necesita que lo defiendan; con que se propaguen sus verdades es suficiente, por ahora.

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